20 d’abril del 2012

- Hola amigo.
- Hola...
- ¿Qué tal? ¿Cómo estas? ¿En qué piensas?
- Pues mira... Un poco como siempre...
- ¿Qué quieres decir cómo siempre?
- Pues que tengo lo mismo dentro, que aún no ha entrado nada nuevo. Los muebles siguen siendo los mismos y las cosas que hay dentro siguen siendo las mismas, utilizo los mismos objetos cada día y los vuelvo a guardar en su sitio.
- Vaya... Entiendo... ¿Y cómo estás? ¿Cansado?
- Un poco, la verdad. Pero va y viene, no decido cuando. Normalmente depende de factores externos, pero la sensación va  reinvirtiéndose a menudo.
- ¿Qué sensación?
- Ésta. Estar perdiendo el tiempo. Estar cruzando este infinito oceano sin darme cuenta que he chocado con un iceberg, se me ha roto el casco y ya hay demasiada agua dentro...
- Tío, pero tampoco debe ser para tanto...
- No sé, supongo que no, que tienes razón. Pero no sé, yo no controlo mis emociones, siempre ha sido mi entorno el que las ha controlado y ésta vez tampoco es diferente. No va a cambiar.
- Joder, pero no te taladres tanto y aprovecha el presente, este segundo, y el que ahora viene, y este otro y ahora este...
- No es tan fácil... El cerebro piensa, piensa por inercia. No lo hago expresamente. El va haciendo. Le llega una información y la tiene que interpretar. ¿No es así cómo funciona?
- Supongo... Pero tiene que haber algún momento de descanso, no sé, todas las máquinas necesitan de un reposo... Y más las que estan operativas tanto tiempo...
- Ya... O sea que me vaya a dormir, ¿no?
- Sí, creo que será lo mejor ahora mismo...
- Si tu lo dices...
- Qué descanses, te lo mereces. Más que nadie...