22 d’abril del 2012

- Hey!
- Hola, buenos días.
- Buenos días. ¿Has dormido bién?
- Bueno, podría decirse que bastante bién...
- ¿Algun sueño?
- Puede...
- Venga va, cuéntame...
- Nada, he soñado con ella...
- ¿Con quién?
- Con la brisa marina, la que aparece y desaparece como si nada dejando a su paso una frescura y una vitalidad despreciables...
- ¿Despreciables?
- Sí, tío, despreciables. Porqué ella entra con fuerza, de manera estontánea e irregular y me llena, me llena los huecos que me quedan. Pero parece que lo haga sin pensar, sin ningún propósito, por inércia, y con ello me doy cuenta que la frescura i la vitalidad que me transite son un engaño. Me encantan, pero son un engaño. Un engaño mío, que intento creer que son algo más...
- ¿Pero a tí te vienen bién no? Ayer me decías que estabas roto porque nada nuevo entraba en tu interior a removerte las entrañas...
- Tienes toda la razón, pero es que si entra i vuelve a salir no me sirve, no me llena... Yo lo que quiero es que entre, y que se quede.