18 de març del 2012


Paseando por el edén de esta nueva era me encuentro con un tenderete a la sombra de un árbol. Es una de les tiendas más populares de la zona pero nunca había estado aquí, nunca lo había necesitado. La mujer que te atiende es dulce y amable, lleva un perfecto delantal amarillo limón y se ata la hermosa cabellera rubia con un lazo turquesa. Se encuentra repostando con pequeños botes de diferentes colores las pocas estanterías que tiene justo detrás del mostrador:

— Buen día! ¿En qué puedo ayudarle?
— Hola buenos días, ¿tienen un poco de felicidad?
— Ostras, me sabe mal, pero ayer se nos acabó toda... Si quiere puedo ponerle unos gramitos de esperanza, que nos sobra...
— Vaya..., pues no me interesa la verdad, de esto a mi también me sobra.
— Mmm... Ya, ¿puedo ayudarle en algo más?
— La verdad es que si tuviera un poco de cordura no me iría nada mal...
— Cordura no, pero sí que tenemos paciencia.
— Un poco de paciencia me iría bastante bien, la verdad, pero necesito algo más directo...
— Mmm... Ya, ¿Sinceridad?
— Sinceridad.